¿Cómo entender la participación de la sociedad en asuntos de interés público, en el escenario dominante de la política como espectáculo de la persuasión por la vía del entretenimiento?
La discusión ha sido prolongada y nutrida. Por ejemplo, la profesora Barbara Ester, nos dice en el sitio del CELAG: “La utilización de nuevas tecnologías digitales en la vida cotidiana ha trastocado los escenarios de la comunicación política. Algunos autores van más lejos aún, afirmando que asistimos impávidos a un cambio de régimen mediático caracterizado por la intensificación del politainment (info-entretenimiento) y del simulacro político. La lógica del entretenimiento ha reconvertido el campo político en un espacio escenificado que cuenta con actores, roles, mitos, recursos expresivos, hechos principales y secundarios. En lugar de informar, nos seducen y entretienen.”
La propuesta de muchos autores es que lo público, y de paso lo privado, se han rendido a las reglas del espectáculo, el predominio de lo aparente, del entretenimiento inmediato, voluble y efímero, situación a la que contribuye el abandono de la lectura, la conversación y la reflexión. ¿Cómo puede darse en este contexto una participación colectiva realmente protagónica y eficaz?